2:00 am
Estaba en sala de espera y mi
hermana entraba a su sesión de hemodiálisis. En aquel tiempo yo tenía 17 años (Y
pensaba que tenía el mundo a mis pies…inocente) y ya había desarrollado cierto
rencor y odio contra esas tontas máquinas de hemodiálisis tan chillonas, porque
cuando sonaba una alarma, tenían que desconectar a mi hermana y devolverla a
casa. Sentía que el mundo se me venía encima, sentía tanto coraje cuando eso pasaba,
pues el catéter dejaba de funcionar (Putos catéter mahurkar. Ojalá un día dejen
de usarse). Otras veces lograba su sesión completa y regresábamos a casa
victoriosos.
Lecciones que da la vida.
Estar en ese duro proceso, me
hizo más sensible y empático. Íbamos 3 veces a la semana y ella duraba de 4 a 5 horas conectada y no era la única, también
había más niños de todas las edades con insuficiencia renal, niños que venían
de ranchos y comunidades. En aquel tiempo pensaba: ¿Por qué no han desarrollado
un riñón artificial? ¿Qué se necesita? Si alguien muy inteligente lo hiciera, salvaría muchas vidas y aparte se
haría rico. No sabía que existía la Ingeniería biomédica. Pasamos varios años
festejando Navidad y Años nuevos en la sala de espera del hospital. Fueron
tiempos raros.
Si el Beto del futuro le dijera
al Beto del pasado que se dedicaría a esto de los equipos médicos, nunca se lo
hubiera creído, honestamente no creía llegar tan lejos, pues terminé la prepa
por puro milagro y porque a mi último profesor no le quedó de otra. Fue en ese
entonces cuando entendí que debería de buscar una carrera chida chidota que se
dedicara a mejorar las herramientas de los médicos y enfermeras. Reitero, no
sabía que existía la Ingeniería biomédica.
Yo estudiaba técnico en
mecatrónica en un CBTis y una vez me
preguntaron ¿Qué harás cuando salgas de la preparatoria? - Haré biomecatrónica
– Contesté
- ¿Biomecatrónica? Si muy apenas
sabes sumar- Preguntaron
- SÍ, la combinación de la
mecatrónica con la biología - Esa era mi definición, al menos en Betolandia eso
tenía sentido.
Fue en ese entonces que vinieron
tiempos malos y difíciles, pruebas que la vida te entrega para que te hagas más fuerte. Mi hermana un día
se fue y nos dejó un vacío que no hemos podido llenar, sólo hemos aprendido a
vivir con su ausencia. No entraré en romanticismos, simplemente se fue y fin.
¿Y qué crees? Que alguien se
enteró por el periódico que había una carrera que se llamaba Ingeniería
biomédica, algo parecido a biomecatrónica, esa carrera que yo casualmente estaba
por inventar (Chale).
Llegué tarde a mi examen de
admisión por 2 horas (El cual duraba 3), pero pasé. No preguntes cómo, yo sólo rellené
los circulitos sin siquiera ver las preguntas. Pero la vida, los Dioses, el
destino o la misión me querían ahí. Lo demás es historia…bla bla bla (Si me
sigues en Facebook te enterarás de los traumas y secuelas que dejó la
universidad, ya me estoy quedando calvo y subí 10 kilos).
¿Y qué crees? Que uno de mis
primeros trabajos fue en una empresa dedicada al ramo de la hemodiálisis y
plantas de tratamiento de agua ¿Curioso? Sí ¿La vida da vueltas? Claro, siempre
regresas al mismo punto, pero de diferente forma, con diferente nivel de
madures y con kilos de más y calvo. Como siempre lo he dicho: En la escuela
estudié Ingeniería biomédica, pero en el hospital me formé como biomédico, a
puros putazos.
Los putazos.
Recuerdo bien ese día, llegué en
punto de las 3:00 pm y me estaba esperando el ingeniero Zambrano para
capacitarme. Cuando llegué me senté en sala de espera y en eso llegaron unos
jovencitos que iban a sesión de hemodiálisis ¿Cómo te explico que recordé
tiempos pasados con mi familia en el hospital? Ni pex - Ahora dilo sin llorar -
Me dije a mi mismo.
Yo me dedicaba a cuidar que la
planta de tratamiento de agua estuviera funcionando correctamente, primero que
tuviera agua y no existiesen fugas, cuidar que los indicadores de cloro libre y
cloro total fueran correctos, que los valores de dureza y los valores de UFC (Unidades
formadoras de colonia establecidas por la AAMI) estuvieran por debajo del rango
alarmante. Curiosamente la vida me trajo al mismo punto donde empecé, pero ya
no como paciente o familiar de uno, sino más bien como:
“Guardián y protector de las
benditas aguas para hemodiálisis del Sagrado corazón de Jesús”
Me gané ese título y cada hora
extra de sustos y trabajo me avalan, es un título que no te dan en la universidad,
ese se gana a pulso y créeme nadie podrá quitármelo.
No voy entrar en sentimentalismos
filosóficos y cuestiones de la vida, pero es muy curioso como un día odie esas
máquinas y al final del día terminé cuidándolas. Fue en ese tiempo cuando
entendí que como “Guardián y protector de las benditas aguas para hemodiálisis
del Sagrado corazón de Jesús” tenía una responsabilidad con esos pacientes
desconocidos que jamás me conocerían o sabrían mi nombre ni yo el de ellos.
Pero que de alguna manera ya nos estábamos echando la mano, ellos iban a su
sesión, luchaban por su vida y yo me encargaba de que tuvieran las herramientas
óptimas para hacerlo. A lo que llamo, una relación simbiótica.
Ellos luchaban por salir adelante
y a mí me daban un sentido de vida (Y aparte un sueldo para pagar las idas al
cine).
El morrito de la incubadora.
Otro día estaba haciendo checklist
de equipo médico del área de UCIN. Ese día estaba irritable y algo molesto
porque me mandaron a mí y no al becario. Odiaba tanto hacer checklist de ahí
porque era bien tardado, que los ventiladores de alta frecuencia, que las
incubadoras, que las cunas de calor radiante, que los monitores. etc. Recuerdo
que esa tarde estaba revisando una incubadora y por mi mente pasó - ¿Y si nada
más palomeamos y nos vamos a comer rápido? - No mientan, todos lo hemos hecho
alguna vez.
Esa tarde casi gana el Beto malo.
Llegué y les dije a las
enfermeras - Hola bellas y espléndidas damas, aquí viene el biomédico del amor,
a revisar el funcionamiento óptimo de sus incubadoras ¿Me dejan pasar? - Entré
al área y el Beto malo me dijo - ¡Córrele kaon! ¡Vámonos a comer! ¡Se van
acabar los club sándwich! Salí del área triunfante con mis hojas firmadas y con
tiempo suficiente pa irme a comer tranquilamente, cuando en eso…Me encontré a
uno de mis mejores amigos.
- Hola Betillo ¿Cómo andas mi
buen? - A lo que conteste- Bien compa, aquí andamos chambeando, rompiéndola,
haciéndonos millonarios, en un ratito me verás de famoso en la televisión - Que
bueno que te encuentro, fíjate que ahorita me acaban de notificar que mi hijo
acaba de nacer, pero lo dejaran en el área de UCIN unas semanas en lo que se
estabiliza. Nació muy delicado ¿Crees que aquí lo cuiden bien? – Me dijo.
Yo pensé: ALV Beto, no manches, pélate
de regreso a UCIN ¡Córrele! Que van a usar una de las incubadoras que no
revisaste. Ese morrito es el hijo de tu amigo ¡no manches!
Le dije: Sí, es un gran hospital
tienen a muy buenos médicos, enfermeras y personal en general, todos son muy
preparados, sin mencionar que la tecnología es de las mejores del estado.
Entonces él me pregunto - Oye ¿Y
a qué te dedicas?
Le dije: Ahh, soy camillero y me
dedico a “camillear” gente, para nada que me dedico al equipamiento médico, eso
lo hacen los de biomédica y yo no soy de biomédica, déjame ver si los de
biomédica hicieron correctamente su revisión - Y en friega me fui de regreso al
área de UCIN -
- Hola espléndidas y amables
señoritas ¿Puede este jovenazo volver a pasar? – Les dije a las enfermeras de
UCIN.
El flojo trabaja doble: Palabras
de la abuela.
Y tuve que hacer un buen
checklist ¿Qué lección aprendí? Que siempre debes hacer lo correcto, tal vez un
día te encuentres a tu mejor amigo y quién sabe, tal vez, casualmente su hijo
vaya a internarse en una de las incubadoras a las que das servicio…
Pregúntame si aprendí la lección
¡Pues claro! Desde ese momento me convertí en papá de muchos niños y también
esposo postizo de muchas señoras que nunca conoceré, porqué me gusta ir al área
de UCIN y ponerles el nombre que quiero, reviso los equipos y me voy tranquilo
a comer sabiendo que todo está fríamente controlado.
Estoy seguro que un día los
encontraré en el camino, tal vez alguno de ellos llegue a ser alguien grande,
no lo sabemos, no lo sabemos.
Cáncer
Finalmente, tuve un amigo que se fue por cáncer. Estuve
con él los últimos meses y créeme son muy duros. Si tú tienes a un familiar o
un conocido, te entiendo y créeme que te deseo de corazón que encuentren
tranquilidad.
Recuerdo en sus últimos días -
Beto ¿Crees que algún día el cáncer sea como una gripa? – Me preguntó - No lo
sé, tal vez. Fíjate que muchas enfermedades actualmente ya tienen cura o
tratamientos – Le dije.
- Es obvio que no alcanzaré a
verlo, pero tal vez tu sí ¿Cómo crees que sea el mundo en ese entonces? –
Preguntó.
- No lo sé, tal vez será un mundo
que gire más rápido, porque yo estaré más viejo y caminare más lento, como
perdonando al viento… - Respondí.
Imagino que un día el cáncer se
va curar con pastillas o inyecciones y no durara más de 7 días. Imagino que
tendremos la tecnología para salvar millones de vidas en fase terminal y las
cirugías no serán tan dolorosas. Quien sabe, tal vez a mí tampoco me toque
verlo.
Un día mi compita se fue.
Puedo contarte muchas
experiencias más, con el objetivo de que entiendas lo siguiente:
En estos 7 años he aprendido
muchísimo. Cada experiencia y cada persona me aportó una huella y eso ha hecho
de mí una persona más y más humilde, no seas un biomédico de talla pequeña,
nuestra labor no termina en el llenado de formatos, es ahí cuando apenas
inicia.
No se trata de estudiar biomédica
por la remuneración económica, tampoco se trata de pisotear a quienes vienen
atrás y tampoco de presumir que sabes mucho. Si piensas que la biomédica se
fundamenta en eso, te invito a que lo dejes, no la has entendido, no arriesgues
vidas por tu negligencia y falta de amor a la profesión. Somos muchos más los
que moriríamos mejor por la camiseta. Lo siento. Soy afortunado de amar lo que
hago.
No sabemos cuántas personas
mueren al año por negligencia tecnológica, necesitamos hacer consciencia de
ello y empezar por hacer lo correcto.
¿Y tú? ¿Estás haciendo lo
correcto por alguien más? ¿Qué título te has ganado en tu hospital?
Beto de biomédica
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