No te pierdas por el éxito de los
demás, tu construyes tu propio camino, tu concepto de felicidad y la construcción
mental de éxito. Eso me lo dijo un profesor; cuando me encontraba con una
fuerte depresión por no saber qué hacer de mi vida. Esas veces que te preguntas
¿si vas por el camino correcto? ¿si estás en la carrera correcta? ¿si realmente
eres bueno para ella?
Hoy no quiero contarte una
experiencia de buenos y villanos, no quiero mostrarte lo bien que me han
resultado las cosas; me gustaría humanizarme y mostrarte la lista de fracasos
por las que uno tiene que pasar, para aprender, para ser mejor. Las redes
sociales crean, en la mayoría de los casos, personalidades superficiales y
perfectas y olvidamos que nuestro mejor maestro es el fracaso.
Bueno amigos míos, comenzamos.
A esta parte de mi vida la llamo:
hemodiálisis.
Mi hermana iba a 3 sesiones de
hemodiálisis a la semana; en aquel tiempo nos tocaba asistir a las 2:00 am. La
rutina era algo molesta, levantarnos a la 1 de la mañana, prepararnos y salir
al hospital a la 1:30. Ella llegaba directamente a pesarse y anotarse a una
lista. Una enfermera siempre le preguntaba si se estaba tomando la
eritropoyetina, y también se anotaba en otra lista para el suministro de
heparina, en caso de ser necesario. Posteriormente la llamaban para entrar.
Recuerdo bien que en aquel
entonces yo me esperaba en la sala. Ahora entiendo que las máquinas de
hemodiálisis se dedican a suplir el funcionamiento del riñón y con ello a
tratar de mejorar la calidad de vida de muchos pacientes crónicos. Extraen la
sangre por un catéter o fístula, para pasarla por un dializador y finalmente
devolverla. Se dice fácil, pero es un proceso complicado en el cual debemos
mantener principalmente las condiciones cardiovasculares, de presión,
temperatura y flujo. Son muchos los riesgos para estos pacientes; ya que pueden
infectarse los catéteres o que la sangre se coagule en el circuito dializador,
hasta problemas ocasionados por descompensación cardiaca. He visto a muchas
personas que lamentablemente mueren en una sesión.
Bueno en aquel tiempo, yo no
tenía esa noción de la enfermedad y mucho menos la relación lógica de la máquina
de hemodiálisis, yo me limitaba a llevar a mi hermana y esperarla. Solo recuerdo
haber esperado en la sala y pedirle a Dios que la sesión de Laura no se
interrumpiera.
En muchas ocasiones salimos victoriosos. Verla
caminar por el pasillo, un poquito mareada; para ambos era un triunfo que
siempre debíamos festejar. Lamentablemente la vida no es felicidad y otras
ocasiones también perdimos. La máquina comenzaba a pitar, interrumpía el
proceso, porque Laura se descompensaba y si continuábamos, podríamos arriesgar
su vida. Ambos sabíamos que cuando perdíamos una sesión, todo nuestro mundo se complicaba,
pues el dolor en las vías urinarias esa insoportable, las infecciones
regresaban con la temperatura y pues ella no la pasaba nada bien.
Si tú has tenido un familiar
enfermo y lo has visto llorar y gritar de dolor, comprendes bien ese infierno.
No hay nada que no haríamos por ver sanos a quien amamos. En fin, la vida es así.
TRANQUILO, LA VIDA TE VA LLEVAR A
DONDE SE TE NECESITA, TODO VA ESTAR BIEN.
Para ese tiempo, yo estaba
presentando mis exámenes de admisión para la universidad. Tenía buen promedio,
y me estaba preparando entusiasmado viendo las páginas de las universidades,
viendo planes de estudio y optando por las opciones académicas que me gustaran más.
Ese tiempo a pesar de la enfermedad de Laura, me traté de concentrar.
Saqué mis fichas, busqué los
exámenes escoba, me contacté con personas que ya habían presentado y les pedí
sus guías de estudio. Nada podía salir mal, me sentía listo para enfrentarme a
cualquier examen.
EL DESEMBARQUE DE NORMANDÍA
Presente en 4 universidades y
¿Qué crees? En ninguna pasé jajajaja fracasé en mi empresa de entrar a la
educación superior jajajaj, ahí estaba todo derrotado. Apagué la computadora
del ciber, tome el primer camión que me llevara a la chingada y me baje en una
iglesia. Entre con el alma derrotada y mi moral en los suelos, me senté hasta
adelante del templo y le dije a Dios: no mames, tu sabes que me la rompí wey,
gacho gacho y nada resultó, tú me viste estudiar diariamente 6 horas para esos
putos exámenes y mírame, no tengo nada, ni trabajo, ni escuela ¿qué carajos
quieres de mi cabròn? Tanta gente haciendo el mal y a mí me agarras de tu
pendejo, mándame una pinche señal.
LA SEÑAL LLEGÒ
Beto, vente rápido a la casa- me habló
mi hermano- a Laura se le salió el catéter y está sangrando mucho. Me lleva el
carajo-pensé- ahorita voy corriendo.
Tomé un taxi y llegué a la casa. Ahí
estaba Laura con una toalla, tratando de detener la hemorragia. Chingao, a ver
Laurita, vámonos al hospital. Mmmm prenderé el carro y te voy a subir. Debo
aclarar que no sabía manejar bien, es más ni tenía (no tengo) licencia de
manejo, pero pues en esos momentos, no tienes tiempo de preocuparte en las
normas de tránsito.
Y nos fuimos.
El doctor me habló. Beto tu
hermana tuvo un problema con el catéter, estaba mal sujetado, ya la pasamos por
cirugía ambulatoria y está mejor. En un rato más vamos a darla de alta, espérala
aquí.
Ella salió en silla de ruedas,
sonriendo, riéndose por lo sucedido, burlándose de como manejé y lo mal
estacionado que quedé. Le dije: Pinche Laura, sigue metiéndome estos sustos y
voy a morirme joven. Ella solo dijo- ¿compramos un taquito de tripa?
Esa fue mi señal.
Durante ese año, me quede de
nini. Después de ese susto, tenía que cuidar a Laura. Preparaba sus alimentos,
le acompañaba en el desayuno, platicábamos, nos llevábamos el carro sin que mis
papas se enteraran y nos dábamos nuestros roles por Silao y Guanajuato, le daba
sus medicamentos y nos dormíamos cuando ella tenía sueño.
Durante ese año conocí aspectos
de ella, que antes me daba miedo conocer, aspectos escabrosos. Una ocasión le
pregunte: ¿Laura, no estás molesta con Dios?
Ella me dijo- no, ¿Por qué
debería estarlo?
Bueno, por tu enfermedad- le contesté
Yo sé que nunca voy a curarme,
como tú sabes el riñón que me donaron ya está fallando poco a poquito y el
hacerme otro trasplante es algo casi imposible. Pero en eso Dios no tiene la
culpa.
¿Entonces quién?
Nadie beto, me tocó vivir esta
vida, y la tomé con mucha valentía, con entusiasmo y amor. Además, los tengo a
ustedes, siempre me acompañan.
Es verdad, pero ¿no tienes miedo
a morir? -Le pregunté
No beto, ya he vivido muchas
cosas bien padres.
Entiendo, está bien, ven vamos a
dormir.
Debo aceptar que, durante ese
tiempo, yo me sentía con mi baja autoestima, pues veía como mis compañeros de
universidad se desarrollaban, crecían en su educación y preparación, mientras
yo estaba de NINI en la casa. Honestamente hubo noches que lloraba de rabia
porque no había entrado a ninguna universidad y mis compañeros sí. Es ahí
cuando entendí que el concepto de éxito no existe y que cada uno de nosotros,
debe ser valiente y construirlo.
SALTO DE FE
Pasaron los meses y una noche me llamó
mi mamá.
Laura quiere que vengas al
hospital, quiere que te quedes con ella. Yo sentía una sensación extraña ese día,
algo no me cuadraba, estaba ansioso. Cuando llegué al hospital, ahí estaba ella,
toda pequeña esperándome en su cama, me miro a los ojos llorando y dijo: Beto,
no me quiero morir, pero los doctores dicen que estoy muy mal, no sé si vuelva
a casa hoy, acompaña a mamá y cuida a bambina (su perrita), cerro los ojos y
poco a poco se fue.
Fue la primera vez que vi alguien
morir, fue la primera vez que vi un monitor de signos vitales dejar de
parpadear, la muerte es algo simple, algo efímero. Vamos a ella poco a poquito.
Ese día descubrí una canción de
un rapero llamado Nach, que se llama “mi propio cielo”, no se tú, es la canción
más hermosa del mundo, te la recomiendo. Quede devastado y los días siguientes
fueron los peores. Ahí estaba yo, sin universidad, sin hermana y con mucho
resentimiento a la vida.
Pasaron los meses y comencé a
reconstruir. Sin querer ya había pasado un año y no me di cuenta que las fichas
para la universidad ya se estaban terminando y solo alcance sacar ficha en la
universidad de Guanajuato, lo volvería a intentar para biomédica. No había
estudiado nada, al examen llegué tarde por 2 horas y de milagro me dejaron
presentar.
Pase. Entré a biomédica.
No me pregunte como lo hice, a
estas alturas ni siquiera losé, no me arrepiento de nada.
Sin quererla vida me dijo: Beto,
ahorita no es el momento de entrar a la universidad, es momento de estar con tu
hermana, es su último año de vida, la universidad puede esperar. La vida me diò
ese regalo, me obsequio tiempo con ella. ¿Qué entendí? La vida te va llevar a
donde se te necesita, no presiones, no te estreses, todo va salir bien, todo va
estar mejor.
Cuando tengo un fracaso me
acuerdo de todo lo bueno que ha tenido mi vida y sin querer se mejora.
Por eso hoy te invito, no tengas
miedo al futuro. No tengas miedo a luchar por lo que crees, es verdad, nacemos
con muchas limitantes, pero aun con eso debemos buscar aquello que nos brinde
felicidad, aunque sea momentánea. Si
tienes miedo de no saber que va pasar con tu vida, relájate, habla contigo mismo,
aprende quererte, a escucharte. Nunca olvides a Dios, yo ya hice las pases con él
Ese fue mi primer fracaso de muchísimos,
las cosas no han salido como he querido, sin embargo, están bien.
Beto de biomèdica
“el cielo es un lugar hermoso
que yo suelo imaginar,
ninguna ley que obedecer, no, ni nadie enfermo,
el jubilo eterno de ver que no pasa el tiempo,
así de libre quiero que me imaginéis,
haciendo un tema con Bob Marley y Jam Master Jay,
el cielo es bello eso espero quiero hacer de lo eterno un
juego,
abrazar a mis abuelos ver a mi hermana de nuevo”