19 de diciembre del 2019
Eran las 8:40 de la mañana, un
día soleado, nada podría salir mal. El clima, el equilibrio del movimiento
planetario, la estabilidad en la bolsa de valores. La gente paseaba, los niños
jugaban y los ancianos fumaban. Todo iba viento en popa en un entorno que no
podía pedirnos más. La felicidad era dueña del aire que se respiraba en los
pulmones.
De acuerdo a este ambiente
estable de júbilo, se programó un procedimiento de corazón abierto en el
hospital X. ¿Qué podría salir mal? Todo parecía a nuestro favor: El cirujano,
el paciente, las enfermeras, el equipamiento médico, la sala quirúrgica. Ese
día no había ninguna duda de que todo saldría bien, las cafeteras estaban al
máximo, para proporcionar un sorbo bendito de café caliente, para esas almas inocentes
que el día anterior fueron por “algo tranqui”.
Los dioses no conspiraban, la
buena suerte estaba entre nosotros, el destino y el ágora predecían una recuperación
óptima del paciente. El análisis preoperatorio, pre anestésico, los almacenes
de insumos médicos estaban completos (Porque nunca se extravían), todo bien. Bueno,
con decirle buen lector, que hasta la planta de respaldo estaba lista para
respaldar alguna ineficiencia eléctrica. No, no hay que confundirnos, una
verdadera planta de respaldo de diésel chingona, no de esas que te llevas a tu
granja para iluminar los encuentros familiares.
La bomba extracorpórea
correctamente ajustada y calibrada a su respectiva columna de agua, los
monitores de signos vitales midiendo la PANI sin problemas de insuflación o
mensajes de “Cable desconectado imposible medir ECG”, el intercambiador de
calor, intercambiando calor bien chido, las bombas de infusión sin la alarma “oclusión
en circuito”, el desfibrilador con su prueba hecha de “Autotest” Y PRUEBA DE
DISPARO A 30J ( en este caso era un desfibrilador bifásico de la marca Zoll…Zoll patrocínanos) . La mesa
quirúrgica que no rechina y la máquina de anestesia lista para empezar su
ciclado.
LLEGÓ EL CRISTIANO
Durante el procedimiento, como
directores que guían una melodiosa orquesta, el cuerpo quirúrgico hacía su
labor anatómica como haciendo un tributo a Galeno.
Cuando…
El anestesiólogo empezó a
detectar que había algunas complicaciones cardiacas, por alguna razón la
frecuencia de ECG se vio alterada, los valores de CO2 en la capnografía no eran
los correctos y por más anestesia multimodal, el paciente no conseguía lograr
llegar a los brazos de Morfeo. Entonces el anestesiólogo, inyecto fentanilo vía
intravenosa, sin conseguir un cambio óptimo en el paciente. Retenía gas
anestésico y se estaba despertando. No, no había para hacer gasometrías.
Le llaman “La gota gorda” cuando
te encuentras en una disyuntiva y no sabes la manera de resolver un problema,
cuando crees resolverlo, pero solo estas dando vueltas en círculos. Eso pasa
mucho cuando te pasan al frente a resolver una integral y no tienes ni puta
idea de cómo despejar x.
El anestesiólogo empezó a
descartar las posibles fallas que ocasionaban dichas alteraciones. Al evaluar
al paciente concluyo que la máquina de anestesia tenía un problema, por lo que
analizó:
Circuito de paciente bien
conectado, vaporizador con suficiente sevoflurano, revisión del modo
ventilatorio en modo automático… Carajo, todo estaba bien. Cuando observo
detenidamente el fuelle ¿Qué estaba pasado? El fuelle al iniciar cada ciclado
después de un flush, iba perdiendo progresivamente su volumen (la carajada
perdía por ciclado hasta 200 ml de volumen tidal).
¿A qué se traduce? Que el fuelle
tenía una fuga y por ahí se estaba escapando mucho oxígeno. Por más que el
anestesiólogo intento compensar la fuga con flujo (la vieja confiable), no
lograba resolver momentáneamente el problema.
Comentó el problema con el cuerpo
quirúrgico y ¿Ahora qué hacemos? -Se preguntó a sí mismo en voz alta.
Cuenta la leyenda hay un
individuo, se hace llamar biomédico, dicen que habita en el sótano del
hospital, dicen que nunca lo invitan a las juntas de proyectos pero que lo
buscan cuando hay problemas, dicen que dentro de su departamento solo tiene 3
palitos, un multímetro y un tenedor y que, con eso, hace milagros. La otra vez
me reparo mi oximetro portátil poniéndole pilas nuevas y a una amiga le
descargó Netflix en su celular. Él, es el indicado- Contestó la enfermera.
Llamemos el biomédico, él sabrá
que hacer- Dijo el cirujano.
Biomédico, por favor de
presentarse al área de quirófano, el anestesiólogo tiene un problema y necesita
de su apoyo- se escuchó en el sistema de intercomunicación hospitalaria…
El BIOMÉDICO
El biomédico con su poder de
ingeniería, empezó a desarrollar una solución estratégica en su plano mental.
Claramente él, era el indicado para salvar el día, todas las transformadas de
Fourier de la materia de matemáticas avanzadas, todo el procesamiento de
imágenes en Matlab, todas las demostraciones y axiomas del Spivack y Leithold,
toda la fisiología del Gayton (el poder del manguito rotador), los leds
quemados en la materia de electrónica digital, lo prepararon, lo curtieron, lo
enarbolaron para este momento. Si habría que brillar, ese biomédico estaba
destellando.
Si, el biomédico, ese biomédico
que nadie sabe por qué lleva a todos lados una libreta con check list y
palomitas, ese biomédico que siempre trae cargando un multímetro y una caja de
herramienta a la que solo le funciona un broche. Ese biomédico que no estudió para
mecánico, pero hace de mecánico, electrónico, infectologo, psicólogo, chaman y
señor corazón. Ese biomédico que nadie sabe dónde está su oficina, pero que
saben que siempre está cuando la CEYE se está incendiando, ese biomédico que
tiene más propuestas de compra de equipo médico nuevo, que metas en la vida.
Si señores, ese biomédico que
rara vez es reconocido, se levantó de su silla y con una expresión en su cara
profesional dijo:
Ya que chingaos, voy palla.
Tomo con enjundia su caja de
herramienta, la llenó de desarmadores planos, de desarmadores de cruz, las
pericas y las periquitas, las pinzas de presión, tomó cinta de aislar y teflón (por
si acaso, siempre se ocupa pegar algo o sellar algo) y se dispuso como flecha determinante,
dirigirse a resolver el problema.
Nada podía detenerlo, estaba en
juego su pase de salida, pues el biomédico solicitó con anticipación de una
semana, salir 2 horas antes de su horario, para ir a la premier de Star wars.
Estimado lector ¿sabe lo que significa? No podía haber falla.
DESEMBARQUE DE NORMANDIA
Llegó al área, abrió la puerta de
la sala y preguntó:
¿Puedo acceder a la sala? Soy el
biomédico, vine a revisar la máquina de anestesia.
En eso el anestesiólogo explicó
que la máquina tenía una fuga en el fuelle.
Se dice que el biomédico, abrió
su cajita de herramienta, como quien te abre las ilusiones de amor (Pero luego
te las rompen, recuerden lo que dijo Rick: El amor es una reacción química
Morty. Rompe el ciclo Morty, álzate por encima y dedícate a la ciencia) y
decidió sacar su desarmador ¿para qué? Nadie lo sabe, es parte del protocolo,
es algo que hacen los ingenieros para demostrar que tienen el control de la
situación. Un desarmador en la mano, es mejor que ciento perdidos…
Con su mirada de halcón, y con
manos de espartano, empezó auscultar aquel aparatejo enfermo. Los 2 minutos de
revisión bastaron para lo siguiente:
Encontró una fuga, en la manguera
que va del ventilador y alimenta al fuelle, ocasionado porqué el tornillo de la
abrazadera se desapretó. Tomó su desarmador con cierta sabiduría e ímpetu
insertó la punta, realizo un giro “al llegue” (Unidad de torque establecido por
fontaneros) y la fuga se eliminó. La máquina de anestesia milagrosamente empezó
a funcionar correctamente y el paciente se estabilizó.
Esta maniobra osada, determinó el
éxito de esa cirugía. Al final del día fue el biomédico quien ayudo a salvar la
vida de ese paciente.
Se presume que el biomédico ya es
invitado a las juntas y su oficina ya no se encuentra en el sótano. Se presume
que le entregaron 2 analizadores de equipo médico y todas sus requisiciones de
compra fueron autorizadas.
Para finalizar unas palabras del
biomédico condecorado:
“Este es un pequeño tornillo para
el hombre, un gran tornillo para la humanidad, nuestros hijos sabrán de este
acontecimiento, los libros de historia enaltecerán nuestra profesión, quien
tenga alguna objeción que hable ahora o que calle para siempre, Amen”
Algunos nombres fueron emitidos
para salvaguardar la identidad de los personajes.
Texto por Beto de biomédica
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