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lunes, 30 de diciembre de 2019

BLOG- 46 Ciudadano Mexicano es condecorado con la medalla Belisario Domínguez por su inminente y destacada participación en cirugía de corazón abierto, apretó un tornillo. Se presume es biomédico.




19 de diciembre del 2019
Eran las 8:40 de la mañana, un día soleado, nada podría salir mal. El clima, el equilibrio del movimiento planetario, la estabilidad en la bolsa de valores. La gente paseaba, los niños jugaban y los ancianos fumaban. Todo iba viento en popa en un entorno que no podía pedirnos más. La felicidad era dueña del aire que se respiraba en los pulmones.

De acuerdo a este ambiente estable de júbilo, se programó un procedimiento de corazón abierto en el hospital X. ¿Qué podría salir mal? Todo parecía a nuestro favor: El cirujano, el paciente, las enfermeras, el equipamiento médico, la sala quirúrgica. Ese día no había ninguna duda de que todo saldría bien, las cafeteras estaban al máximo, para proporcionar un sorbo bendito de café caliente, para esas almas inocentes que el día anterior fueron por “algo tranqui”.

Los dioses no conspiraban, la buena suerte estaba entre nosotros, el destino y el ágora predecían una recuperación óptima del paciente. El análisis preoperatorio, pre anestésico, los almacenes de insumos médicos estaban completos (Porque nunca se extravían), todo bien. Bueno, con decirle buen lector, que hasta la planta de respaldo estaba lista para respaldar alguna ineficiencia eléctrica. No, no hay que confundirnos, una verdadera planta de respaldo de diésel chingona, no de esas que te llevas a tu granja para iluminar los encuentros familiares.

La bomba extracorpórea correctamente ajustada y calibrada a su respectiva columna de agua, los monitores de signos vitales midiendo la PANI sin problemas de insuflación o mensajes de “Cable desconectado imposible medir ECG”, el intercambiador de calor, intercambiando calor bien chido, las bombas de infusión sin la alarma “oclusión en circuito”, el desfibrilador con su prueba hecha de “Autotest” Y PRUEBA DE DISPARO A 30J ( en este caso era un desfibrilador bifásico  de la marca Zoll…Zoll patrocínanos) . La mesa quirúrgica que no rechina y la máquina de anestesia lista para empezar su ciclado.

LLEGÓ EL CRISTIANO

Durante el procedimiento, como directores que guían una melodiosa orquesta, el cuerpo quirúrgico hacía su labor anatómica como haciendo un tributo a Galeno.

Cuando…

El anestesiólogo empezó a detectar que había algunas complicaciones cardiacas, por alguna razón la frecuencia de ECG se vio alterada, los valores de CO2 en la capnografía no eran los correctos y por más anestesia multimodal, el paciente no conseguía lograr llegar a los brazos de Morfeo. Entonces el anestesiólogo, inyecto fentanilo vía intravenosa, sin conseguir un cambio óptimo en el paciente. Retenía gas anestésico y se estaba despertando. No, no había para hacer gasometrías.

Le llaman “La gota gorda” cuando te encuentras en una disyuntiva y no sabes la manera de resolver un problema, cuando crees resolverlo, pero solo estas dando vueltas en círculos. Eso pasa mucho cuando te pasan al frente a resolver una integral y no tienes ni puta idea de cómo despejar x.

El anestesiólogo empezó a descartar las posibles fallas que ocasionaban dichas alteraciones. Al evaluar al paciente concluyo que la máquina de anestesia tenía un problema, por lo que analizó:
Circuito de paciente bien conectado, vaporizador con suficiente sevoflurano, revisión del modo ventilatorio en modo automático… Carajo, todo estaba bien. Cuando observo detenidamente el fuelle ¿Qué estaba pasado? El fuelle al iniciar cada ciclado después de un flush, iba perdiendo progresivamente su volumen (la carajada perdía por ciclado hasta 200 ml de volumen tidal).
¿A qué se traduce? Que el fuelle tenía una fuga y por ahí se estaba escapando mucho oxígeno. Por más que el anestesiólogo intento compensar la fuga con flujo (la vieja confiable), no lograba resolver momentáneamente el problema.

Comentó el problema con el cuerpo quirúrgico y ¿Ahora qué hacemos? -Se preguntó a sí mismo en voz alta.

Cuenta la leyenda hay un individuo, se hace llamar biomédico, dicen que habita en el sótano del hospital, dicen que nunca lo invitan a las juntas de proyectos pero que lo buscan cuando hay problemas, dicen que dentro de su departamento solo tiene 3 palitos, un multímetro y un tenedor y que, con eso, hace milagros. La otra vez me reparo mi oximetro portátil poniéndole pilas nuevas y a una amiga le descargó Netflix en su celular. Él, es el indicado- Contestó la enfermera.

Llamemos el biomédico, él sabrá que hacer- Dijo el cirujano.

Biomédico, por favor de presentarse al área de quirófano, el anestesiólogo tiene un problema y necesita de su apoyo- se escuchó en el sistema de intercomunicación hospitalaria…

El BIOMÉDICO

El biomédico con su poder de ingeniería, empezó a desarrollar una solución estratégica en su plano mental. Claramente él, era el indicado para salvar el día, todas las transformadas de Fourier de la materia de matemáticas avanzadas, todo el procesamiento de imágenes en Matlab, todas las demostraciones y axiomas del Spivack y Leithold, toda la fisiología del Gayton (el poder del manguito rotador), los leds quemados en la materia de electrónica digital, lo prepararon, lo curtieron, lo enarbolaron para este momento. Si habría que brillar, ese biomédico estaba destellando.

Si, el biomédico, ese biomédico que nadie sabe por qué lleva a todos lados una libreta con check list y palomitas, ese biomédico que siempre trae cargando un multímetro y una caja de herramienta a la que solo le funciona un broche. Ese biomédico que no estudió para mecánico, pero hace de mecánico, electrónico, infectologo, psicólogo, chaman y señor corazón. Ese biomédico que nadie sabe dónde está su oficina, pero que saben que siempre está cuando la CEYE se está incendiando, ese biomédico que tiene más propuestas de compra de equipo médico nuevo, que metas en la vida.

Si señores, ese biomédico que rara vez es reconocido, se levantó de su silla y con una expresión en su cara profesional dijo:

Ya que chingaos, voy palla.

Tomo con enjundia su caja de herramienta, la llenó de desarmadores planos, de desarmadores de cruz, las pericas y las periquitas, las pinzas de presión, tomó cinta de aislar y teflón (por si acaso, siempre se ocupa pegar algo o sellar algo) y se dispuso como flecha determinante, dirigirse a resolver el problema.

Nada podía detenerlo, estaba en juego su pase de salida, pues el biomédico solicitó con anticipación de una semana, salir 2 horas antes de su horario, para ir a la premier de Star wars. Estimado lector ¿sabe lo que significa? No podía haber falla.

DESEMBARQUE DE NORMANDIA

Llegó al área, abrió la puerta de la sala y preguntó:
¿Puedo acceder a la sala? Soy el biomédico, vine a revisar la máquina de anestesia.

En eso el anestesiólogo explicó que la máquina tenía una fuga en el fuelle.
Se dice que el biomédico, abrió su cajita de herramienta, como quien te abre las ilusiones de amor (Pero luego te las rompen, recuerden lo que dijo Rick: El amor es una reacción química Morty. Rompe el ciclo Morty, álzate por encima y dedícate a la ciencia) y decidió sacar su desarmador ¿para qué? Nadie lo sabe, es parte del protocolo, es algo que hacen los ingenieros para demostrar que tienen el control de la situación. Un desarmador en la mano, es mejor que ciento perdidos…
Con su mirada de halcón, y con manos de espartano, empezó auscultar aquel aparatejo enfermo. Los 2 minutos de revisión bastaron para lo siguiente:

Encontró una fuga, en la manguera que va del ventilador y alimenta al fuelle, ocasionado porqué el tornillo de la abrazadera se desapretó. Tomó su desarmador con cierta sabiduría e ímpetu insertó la punta, realizo un giro “al llegue” (Unidad de torque establecido por fontaneros) y la fuga se eliminó. La máquina de anestesia milagrosamente empezó a funcionar correctamente y el paciente se estabilizó.

Esta maniobra osada, determinó el éxito de esa cirugía. Al final del día fue el biomédico quien ayudo a salvar la vida de ese paciente.

Se presume que el biomédico ya es invitado a las juntas y su oficina ya no se encuentra en el sótano. Se presume que le entregaron 2 analizadores de equipo médico y todas sus requisiciones de compra fueron autorizadas.

Para finalizar unas palabras del biomédico condecorado:

“Este es un pequeño tornillo para el hombre, un gran tornillo para la humanidad, nuestros hijos sabrán de este acontecimiento, los libros de historia enaltecerán nuestra profesión, quien tenga alguna objeción que hable ahora o que calle para siempre, Amen”

Algunos nombres fueron emitidos para salvaguardar la identidad de los personajes.

Texto por Beto de biomédica
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